«Tremendo lugar»

Ayer me llamó Luis, el trompetista, he quedado con él en su casa. Quiere llevarme a pasar el día en «Tremendo lugar» eso es todo lo que le he sacado. No se si dejar la cámara y solo llevar el movil o llevarla, a saber a qué tugurio me lleva este hombre.

La llevo, nunca pasa nada.

Solo me queda un poco de la sandía de «8,5 libras» que compré anteayer para desayunar, así que me animo a ir al bufet del Hotel La Habana libre, es estatal y dicen que tiene buen precio. LLego al hotel, 1500 pesos (unos 9 euros), tampoco es calderilla por un desayuno, es la mitad del sueldo de todo un mes de un médico.Este país está enfermo además de bloqueado. El interior es como un comedor de colegio, más o menos y el bufet escasito, pero un poco de queso por aquí, tres lonchitas de jamón por allá, dos bollos, uno con crema de «color chocolate» y un zumo de piña de tercera prensada, me van quitando el hambre. Se acerca una señorita uniformada y me ofrece café. ¿Que es un desayuno sin café? algo muy triste, desde luego, así que acepto encantado el ofrecimiento y llena mi taza.

Un pródromo es algo que precede a una enfermedad, son como los síntomas previos a un mal que está llegando, es como la premonición de algo que, irremediablemente, te va a fastidiar. Pues bien, según acerco la taza de café a mis labios tengo un pródromo y, a pesar del aviso «prodrómico» de mi pituitaria, imbécil de mi, ingiero el primer y último trago que daré a semejante brebaje del diablo, perpetrado, además, como es lógico, en las mismísimas calderas de Pero botero a juzgar por su temperatura. Por respeto a las personas que allí se encuentran, no decoro las paredes contiguas con semejante asco de infusión y me lo trago. Me voy.

LLego a casa de Luis por un camino distinto. Primero paso por la bodega de Daian a darle los buenos días y a llevarle un detallito, él lo hizo ayer conmigo. Continúo. Esto sí es repugnante. Charcos con aguas fecales y basura en cada esquina. El perfume es imaginable, no es necesario que insista, ¿no?. La casa de Luis y María es muy humilde, como corresponde a la condición del 90% de los cubanos, aunque hay extremos como el de Beatriz que rallan la ignominia. La puerta se abre automáticamente para mí desde arriba, gracias a una cuerda conectada a la manilla, acompañada de un grito que oye todo el barrio ¡¡¡Ramóoon!!! ¡¡¡Sube!!!, y claro, subo. Un café. Otro café. Este sí sabe a café. El del bufet era un atentado a la memoria de Juan Valdez. María me dice que esta noche vaya a cenar a su casa y que me dará otra clase de baile. Con cierto apuro, rechazo el ofrecimiento con rotundidad y toda la educación de la que soy capaz, ayer hice lo mismo, qué vergüenza, no me apetece ni un poco, con una vez ya fue suficiente. Lo siento Marta, el baile no es lo mío, y después de verme el otro día en el vídeo que me grabó Luis, que nadie verá nunca, menos aún.

Nos despedimos de María después de una «amena» charla sobre análgésicos, antipiréticos, omeprazoles y duodenos ulcerados que han interrumpido el tránsito de tan rico café por donde tuviera que fluir. Caminamos hacia el barrio chino, de chino tiene justo el nombre, creo que quedan dos o tres asiáticos en toda la zona. Luis cojea, desde que le conozco cojea, desconozco la razón. LLegamos a una avenida principal. -Cuando llegue el almendrón me dejas hablar a mí, tú como un muerto, ok? ok. Los almendrones son las «máquinas», los coches en estado de ruina perpetua, que siguen rodando después de alguna invocación milagrosa y que, regulados por el estado, recogen al personal y lo van acumulando en su interior, expulsando a dosis de a uno, cuando el viajero así lo solicita, por un precio muy económico. Pago yo, claro, el tonto del bote, en este caso doblemente tonto porque el bote es todo mío…qué le vamos a hacer, menos mal que voy a visitar «Tremendo lugar».

Somos seis en el «almendrón». Cada uno a lo suyo, como en el metro. Lo que pasa es que este señor de mi izquierda me está metiendo el codo por mi flanco intercostal y a juzgar por su insistencia, no se está dando ni cuenta, o le gusta, vaya usted a saber. El olor a gasolina mal quemada y los sollozos del motor «recontrarreparado» amenizan el viaje. Vamos tirando lastre por el camino, esto ya es otra cosa.Salimos de la Habana. Media hora de viaje y llegamos a un pueblo bullicioso. Bajamos, ¿Eres extranjero, no? eh? Menos mal que Luis se adelanta y paga los 300 pesos (2 euros escasos), míos, que acaba de negociar, porque yo, callado como un muerto. Esa era la orden.

Intentamos coger un triciclo pero es demasiado caro. El conductor me dice que es normal que así sea y, señalándose las piernas, dice, ¡¡energía humana!! y no rebaja ni un peso. Ahí te quedas Indurain. Avanzamos y montamos en un carro tirado por un jamelgo que hubiese hecho llorar de lástima al mismísimo Rocinante. Su conductor , Ramón (vaya nombre más impropio para este menester…) solo grita desaforada y constántemente ¡¡¡a rincón!! ¡¡a rincón!!… y así, poco a poco conseguimos, a base de subir gente, que nuestra tarifa, que se cotizaba en 150 pesos por barba en el momento del embarque, baje a 50 pesos cuando se llena con las seis personas que Rocinante aguanta antes de espicharla de un colapso.

Una señora se acerca con ramilletes de flores. Parece que hay que comprar, los ojitos de Luis así me lo indican. Un ramo de flores debería hacerme pensar que algo raro va a suceder, a no ser que este señor se me declare aquí mismo… ¡¡Señor, llévame pronto!!. Deme uno, por favor. Lentamente avanzamos y cuando digo lentamente, no es un lentamente cualquiera, es un lentamente lamentable que se diferencia del parado en bien poco. Ramón tiene una charla amena. Las dos señoras también, pero discrepan radicalmente en su percepción de la situación cubana. La joven es, sin duda, familiar lejano de Fidel, eso o tiene un encefalograma cóncavo y los médicos aún no se lo han detectado, a juzgar por la arenga que está soltando. La mayor de las dos, parece razonable, aunque ambas y el chaval que llevo enfrente, respetan las opiniones de los demás. Me hacen muchas preguntas sobre España. El chaval quiere ahorrar para marcharse de aquí, vaya original, este país es todo un éxodo. El único que no habla es Luis. Yo creo que va pensando en «Tremendo lugar».Qué miedo me da……

El carro se para. Todos empiezan a bajarse y pagan a Ramón. El tonto del bote saca un billete de 500 pesos (3 euros) e intenta pagar. Lo siento, no tengo tanto cambio, dice Ramón.Lo lamento Ramón, dice Ramón, yo no tengo billete más pequeño. Luis mira a Rocinante, esto de aflojar la guita parece no ir con él… Ramón le dice a Ramón que puede comprar un ramito de flores en el puestito que tenemos al lado de «Tremendo lugar» y así le dan cambios. ¿Otro ramo?. Ramón, el tonto del bote, entrega el billete a la señora con superpoderes auditivos que, ya se está acercando, sin que nadie la llame. Son cien pesos. Me devuelve 400 y las flores. Le pago 50 +50 a Ramón y Rocinante. Le regalo las flores a «señora mayor» y la «señora encefalograma cóncavo» me mira con recelo pero se mantiene en silencio. Me bajo. Rocinante, ahora si, ligero como «piuma al vento», saca a Ramón y su carro de la escena y yo, Ramón, el otro, el tonto del bote y desde ahora el «Pringao» me encuentro de frente, sin nada que se interponga entre mis ojos y «Tremendo lugar».

El Santuario Nacional de San Lázaro en la localidad de El Rincón, ¡¡¡ a Rincón!!! ¡¡¡ a Rincón!!!, es uno de los lugares de peregrinaje más famosos de Cuba, también conocido como Babalú Ayé, una Orisha en la santería ( Qué demonios querrá decir esto último, luego termino el artículo de wikipedia), es famoso por ser el patrón de la C U R A C I Ó N D E L O S E N F E R M O S… ¡¡¡ LUISSS !!! ¡¡¡La concha de tu madre!!! ¡¡¡Culo roto!!! ¡¡¡Hijo de remilputas!!! dicho en tono jocoso, of course ( Disculpadme pero acabo de ver la serie Marginal en Netflix, os la recomiendo encarecidamente, pero con subtítulos, está en español, pero no hay quien entienda a los argentinos cuando se lo proponen).¿ Me has traído a una iglesia? ¿ esto era «Tremendo lugar»?.

Luis, persona muy devota a pesar de sus tres hijos con tres mujeres diferentes…, ha considerado que para mi, ateo confeso, sería muy interesante la visita a «Tremendo lugar» y ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, ver si San Lázaro tiene a bien hacerle un favorcito con su pierna izquierda que se resiste a mejorar. El muy hij…

De la indignación paso, sin solución de continuidad, a la sonrisa y de ahí a troncharme de la risa. No se si es tan inocente, estoy seguro que no lo es, empero, como decía aquel, la experiencia (una más) es tan surrealista que encaja como «llave en cerradura»en este viaje y en lo que busco. Aún diré más, después de visitar el santuario y ver rezar a Luis en cada uno de sus rincones y salir a la fuente sanadora y contemplar sus abluciones en la pierna, cuando le pierdo un momento de vista, me levanto la camiseta furtivamente y me hago una friega rápida en la L5 S1 que tengo tocada… Estoy perdiendo el norte, lo se…ja ja ja

Comemos en un restaurante chamizo próximo. Tiene sus cuatro mesas ocupadas, una chica joven y su hijo de 11 años nos invitan a compartir la suya y posteriormente se nos une un amigo, peluquero, gringo, que ha mandado el capitalismo «al carajo» y vive por aquí, en el nihilismo ( esta palabra encaja bien,no?)

Pizza para mi y espagueti para Luis, paga «Rita la pollera». Conversamos largo rato. El niño, Yansen, hace unas preguntas impropias de su edad, parece extremadamente inteligente y reflexivo. Estudia en el cole y entrena para trabajar en el circo. Se interesa por cómo se vive en España y por qué esto es tan diferente. Le gusta mi cámara.¿ cuanto cuesta?. No se lo digo, para qué. Seguro que hace cuentas con lo listo que parece. Le enseño cómo funciona y nos hace una foto. ¿En qué dirección está Barcelona ?. Le digo que por donde sale el sol, más o menos y le regalo la brújula que nos dio Corus a los directores en un Coopera. Estaba en mi bolsa por si me perdía y no tenía movil y no había gente y no había taxis y habían cerrado la embajada Española en la Habana y el alzheimer se había apoderado de mi hipocampo…Otros llevan más calzoncillos que días dura el viaje …. Nos despedimos. Esta vez nos vamos en isocarro de cinco plazas. Yansen sale detrás de mi, corriendo, con su madre detrás para avisarme que me he dejado la brújula. El isocarro para y le insisto que es un regalo, que la guarde y que procure no olvidar donde está el este . Creo que entiende la metáfora. Su madre se emociona al ver la carita de Yansen y yo más.

Cogemos otro almendrón y volvemos a La Habana. El resto del día carece de interés después de lo vivido. Creo que me toca reflexionar, una vez más y hacerme preguntas que olvidaré mañana, seguro, aunque espero que algo quede. De lo importante de relativizar cada situación, de nuestra capacidad para disfrutar de las pequeñas cosas, de los gestos, de la risa, de lo enriquecedor de compartir, de superar los miedos y no dejar pasar el momento y de lo sano, en ocasiones, que es hacerte el tonto y disfrutar del presente piensen lo que piensen.

Paseo un poco por las calles de Centro Habana y me voy a casa.

Hasta mañana

ResponderReenviar

7 opiniones en “«Tremendo lugar»”

  1. Montxu
    Menuda maravilla compartir este viaje a tu lado, gracias a este magnífico Cuaderno de bitácora.
    Ya me has creado total dependencia de tu relatos y anhelo con ansias la próxima aventura.
    Quién nos iba a decir que esa brújula viajaría tan lejos y tendría una misión final tan noble. Me alegra que ya no vayas a depender más de su fiabilidad ante una situación de extrema necesidad…
    Muy feliz de la experiencia que estás viviendo!

    Me gusta

    1. Gracias amigo, aún me siento raro por tanto tiempo disponible.Lo de la brújula fue un momento especialmente emotivo. Estoy aprendiendo mucho de esta gente. Un abrazo, grande, grande y a todos mis compañeros.

      Me gusta

Replica a Ignasi Ribot Cancelar la respuesta