Agur

He llegado a la Habana desde Trinidad sin más historia que un viaje, no muy pesado y peor tiempo según nos acercabamos a la capital. Parece que La Habana no quiere mostrarme su mejor cara ahora que me voy. Duermo en casa de Yeni y Jorge Irán, el hijo de Ana Luisa, la propietaria del establecimiento de Viñales. Estos chavales, de 23 años, son oro molido. Es cierto que la ayuda de los padres puede ser importante para arrancar, pero, ver la pasión de Jorge por el baile profesional y la lucha de Yeni, su pareja, por que todo funcione, incluso con trabajos extra al suyo para seguir adelante, hace no perder la esperanza en los jóvenes que no se van de este país.

Duermo en su casa y me siento como en la mía. Desayuno gourmet preparado al momento por Yeni. Muchas gracias, toda una delicia. Salgo a despedirme de esta ciudad, del Malecón y su mar, hoy enfadado, de Luis el trompetista, de Paco en su tienda, de Tico el vendedor ambulante, de jorge Luis buscándose la vida, de Daián en su bodega, de Raúl el cocinero, de Christian y Daimari en su restaurante, del padre Leo Jacas, de Dionisio el zapatero, de Kenia, de Ernesto y de mi queridísima Beatriz que, como una centinela perpetua, se encontraba junto a la puerta de su casa. Un abrazo, un beso y una despedida. ¡¡ Cuídese señora, me ha gustado coincidir con usted!!

Descanso un rato en casa de Yeni y Jorge y me despido con pena de ellos dos, de esta ciudad, de este país y de sus gentes, cálidas, abiertas y resignadas pero no ciegas, deseando que, más pronto que tarde, aparezca un líder que canalice el sufrimiento y lo convierta en combustible para la libertad.

He cumplido mi objetivo, creo que los cubanos que se han cruzado en mi camino, o yo en el suyo, me han hecho conocer una realidad que sólo intuía. Una vez más, y esta vez como nunca antes, he aprendido a valorar lo que tenemos y a ver la necesidad de protegerlo a toda costa, he aprendido el significado profundo de la solidaridad y los efectos de la resignación.

Espero que dentro de un tiempo pueda llamar, como le prometí, a Raul el cocinero y felicitarle por que, por fín Cuba y los cubanos, han decidido dar un giro a su vida sin abandonar sus valores, que son muchos.

Agur

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